Desde que se hizo pública la desaparición del Dr. Alfonso Medina y la dimos a conocer a través de las redes sociales, han sido numerosas las llamadas y mensajes que hemos recibido de pacientes y compañeros de trabajo que lamentan profundamente la pérdida de uno de los cardiólogos con mayor bagaje intelectual del mundo.
Desde 1982 se están formando especialistas en Cardiología en el Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín, antes Ntra. Sra. Del Pino, y muchos de los profesionales formados en esta institución constituyen el grueso de especialistas que trabajan actualmente en las Islas, además de otros muchos repartidos por la geografía nacional. La formación de residentes fue quizás una de las facetas de las que más orgulloso se sintió el Dr. Medina, quien participó y fue presidente en las primeras comisiones de docencia que existieron en el hospital con la implantación del sistema MIR.
La investigación fue otra de sus actividades más destacadas y, si bien pasará al recuerdo por su aportación al intervencionismo coronario, del que fue un pionero, tocó prácticamente todos los palos de la cardiología. De hecho, muchos pudimos escucharlo durante horas relatar historias sobre los inicios de la cardiología intervencionista de la que fue testigo y actor de excepción. Quizás lo que más se recuerde de él será la clasificación sobre las bifurcaciones coronarias que lleva su nombre y que no es más que la traducción de su constante afán de sistematizar las observaciones del mundo que le rodeaba.
Sin duda, si hubiera que destacar alguna cualidad de las muchas del Dr. Alfonso Medina sería su entusiasmo por la Medicina y su capacidad de trabajo. Cuando se planteaba alguna hipótesis, trabajaba incansablemente hasta encontrar las respuestas que buscaba. Esta pasión era capaz de transmitirla al equipo, que trabajaba de forma ininterrumpida hasta lograr el objetivo (reestenosis coronarias, bifurcaciones, oclusiones crónicas, resincronización cardiaca, ablación de FA, TAVI, son solo algunos de los temas en los que encontraba preguntas estimulantes). Hablar de su currículo sería un gesto vano, pues es de sobra conocido. Sin embargo, merece la pena detenerse y destacar el esfuerzo y trabajo que hay detrás de este, pues revelan la envergadura de su legado.
Su curiosidad infinita por el estudio del universo que nos rodea era compartida con el mismo entusiasmo por el Dr. José Suárez de Lezo, su alma gemela intelectual, al que profesaba un respeto y amistad infinitas. Esta relación era conocida en todo el mundo a través del grupo CORPAL, manifestación tangible de esta relación tan especial, cuya aportación científica es ampliamente reconocida a nivel internacional. Cabe resaltar que no nos podemos permitir prescindir del talento de personas como estas para alumbrarnos en los complejos desafíos de la Medicina actual.
El corazón suele moverse o, mejor dicho, conmoverse con el sufrimiento de nuestros pacientes. El Dr. Alfonso Medina no era ajeno a esto y buscó hasta límites insospechados una solución para cada paciente, independientemente de su raza, sexo, religión o condición social. No era extraño que se empecinara en buscar la forma de hacer algún procedimiento para un paciente desahuciado hasta encontrar una solución para aliviar su sufrimiento. Él era un amante de la vida y de la calidad de vida y no cejaba en buscarla para sus pacientes, muchos de los cuales sin duda se la deben.
No podemos más que estarle agradecido por sus enseñanzas y su amistad. De todo corazón, querido Dr. Medina, le deseamos que descanse en paz
Antonio Garcia Quintana